¿Dónde estás? ¿Cuánto tiempo tengo que esperar? ¿Llegarás algún día? Son preguntas que me hago y que no sé responder. Imagino que las cosas llegan cuando tienen que llegar si es que tienen que llegar. También tengo que sentirme digno de ella cuando llegue, así que hay muchas cosas que tengo que mejorar de mí mismo para que cuando ese momento llegue esté a la altura. Pero también las podría mejorar estando con ella. Dicen que los hombres hacemos lo que hacemos por la búsqueda de la validación de las mujeres. Eso puede ser a un nivel básico, pero creo que hay niveles en los que ya no se busca la validación tal cual, sino una suerte de cónclave mágico de circunstancias extrañas y complejas que nacen del espíritu y que son indomables, impredecibles y que surgen en un Kairós concreto.

Circunstancias que, además, detectaremos como inequívocas llegado el momento. Como absolutas, como designadas. Circunstancias que lo cambian todo y para siempre… por lo menos lo que dure un “para siempre”. Ella llegará y lo sabré llegado el momento, todo encajará. O eso pienso. Realmente no sé nada y, a la vez, sé que lo sé. Puedo preparar el terreno todo lo que quiera y, aun así, me pillará desprevenido. Es algo que escapa al control. El encuentro, quizá pactado en otro tiempo, en otras dimensiones, es algo que termina dándose porque forma parte del juego. No todo el mundo en el juego tiene ese encuentro, pero es que no todo está para darse si no sería todo una especie de sopa informe de infinitos escenarios superpuestos dándose a la vez. Imposible vivir en algo así.

Total, que no sabemos de la misa la mitad, como se dice, y si se tiene que dar se dará y si no se tiene que dar no se dará. Ahí es nada. No sé si decir “ojalá que se dé”, porque puede que no sea lo que yo imagino y siento que será y, tal vez, sería mejor que no fuese. Pero eso no depende de mí, en principio y en la totalidad del asunto…

Ian

Vocación

¿Cómo saber cuál es mi vocación en la vida? ¿Tiene que tener la vida una vocación? ¿Qué ocurre si vivimos sin vocación? Son preguntas que me he hecho muchas veces y las respuestas son bastante peregrinas. Hay gente que ha invertido mucho tiempo, esfuerzo, estudio y dinero en resolverlas. No es mi caso. Sin embargo, quiero aportar mi granito de arena en esta playa tan grande y desierta. Saber cuál es mi vocación en la vida es algo que me ha frito el cerebro durante mucho tiempo. Aún sigo sin saberlo realmente, pero ya voy obteniendo pinceladas de lo que pueda ser. Pero no quiero hablar de mí sino de nosotros como humanidad. En otras etapas históricas, según parece, se tenía mucho más claro el desempeño que tenía que tener cada uno según sus cualidades, como en la Grecia antigua. Quién tenía que ser filósofo, guerrero, o carpintero.

En el mundo en que vivimos las posibilidades son tan grandes que abruman y, aún así, somos muchísimos los que no sabemos bien qué hacer con nuestra vida por mucho que hayamos investigado y probado. Quizá sea cuestión de hacer muchas cosas y, de entre todas ellas, extraer cuál o cuáles son las que son afines a nosotros y se nos dan mejor. Hay gente que tiene la suerte de saber desde muy joven a qué se quieren dedicar. Esto es un lujo para mí, porque te ahorra muchos quebraderos de cabeza. Encajar o no encajar, esa es la cuestión. Al final todos buscamos encajar de alguna manera y si no encajamos lo pasamos mal un tiempo por lo menos. Llegado el momento se acepta esta situación y entonces, como por arte de magia, uno siente que encaja en otro orden de cosas, pero ese es otro asunto.

Si tiene o no que tener vocación la vida es algo que también es curioso de plantearse. Los animales no tienen vocación de nada o lo tienen de unas pocas cosas que serían sus instintos y maneras para mantenerse vivos. Tienen sus rutinas y así viven, pero nosotros, que también tenemos rutinas podríamos no tenerlas si quisiéramos y tampoco costumbres. Podemos elegir una vida mucho más fluida que la animal, que no se encasille en ciertas cosas. Quizá la vida humana tenga la vocación de no tener vocación preestablecida, aunque se haga mucho desde el sistema en que vivimos para que sí tengamos una vocación concreta y nos estanquemos en ella todo el tiempo que sea posible. Pienso que al final es muy difícil no estancarse pues hay que luchar mucho para no estancarse, pero se puede lograr.

Así que sí, creo que podemos vivir sin vocación durante mucho tiempo o inclusive toda la vida y no tiene por qué pasar nada. Está claro que no tendremos la tranquilidad que tiene alguien que sí tiene una vocación, pero si se busca con ahínco puede encontrarse. Pienso que al final, de una manera u otra, todo el mundo está desarrollando su vocación. El paso del tiempo, la búsqueda, la experiencia, las propias convicciones y pensamientos van moldeando la vocación que siempre hemos llevado con nosotros por ser lo que somos, sin más. Sé que puede ser un poco extraño decir que podemos vivir sin vocación toda la vida y luego decir que siempre hemos llevado con nosotros la vocación, pero ambas cosas pueden reconciliarse, como las paradojas de la verdad.

 Ian

Eckhart Tolle