Hasta que cambie la manera en que me relaciono conmigo mismo y con el mundo. Hasta que me decida a conocerte. Hasta que me decida a estar dispuesto a conocerte. Cuánto tiempo más ha de pasar desde este sentimiento de hastío extraño a ese sentimiento de logro brillante. Siento que estoy yendo con el tiempo perfecto, porque no puede ser de otra manera. Cada cuál va a su tiempo y no puede ser de otra manera. Aún así parece que no sé qué quiero aprender de la situación actual, no sé qué más me queda por aprender. Estoy muy bien y a la vez siento que me faltas, que estoy solo, aunque siempre lo estaré de alguna manera. No sé bien cómo resolver algo que ni yo sé qué es ni qué hay que resolver. Estoy en una tierra de nadie, perdido en un desierto de personas que desfilan cada una mirando su propio ombligo.
No estoy impaciente, solo tengo que cambiar ciertas cosas de mí mismo antes de poder conocerte. Puede que esté tardando mucho en cambiarlas, pero tengo las fuerzas que tengo y tengo que crear más fuerzas de flaqueza. Quiero que la transformación sea asimilable por mí en todo momento y que sea armoniosa. Puede ser así y así va a ser. Y entonces estaré preparado para conocerte. Ese momento va a ser glorioso. No tiene por qué ser majestuoso o pomposo, sino glorioso. En la sencillez puede haber mucha gloria. Tímidamente nos acercaremos, poco a poco, paso a paso. Como en una danza antigua, desconocida aún para mí.
Y entonces me conoceré el doble o el triple que me conozco ahora. Veré otras partes de mí que no he visto nunca. Con el calor del amor todo pasa mucho mejor. Es como esa píldora de Mary Poppins que ha de pasar con azúcar. A su vez te conoceré a ti y veré partes de ti que nunca había visto y te serviré de espejo para que puedas ver en ti cosas que nunca pudiste ver. Espero que sea para nuestro bien y que seamos muy dichosos.
¿Qué ocurre si hacemos y qué ocurre si no hacemos? ¿Qué es más importante? En la sociedad en la que vivimos y diría que en prácticamente todas las sociedades humanas hacer ha sido muy necesario porque si no se hace lo que ocurriría es que la sociedad se desplomaría. Así que hay que hacer sí o sí si se quiere vivir. Pero dentro de esta premisa bastante básica está el tiempo que le dedicamos al hacer y al no hacer. El no hacer está muy mal visto, pero del no hacer nacen grandes formas de vida, aunque pueda parecer contradictorio. Muchos de los grandes descubrimientos de la humanidad han surgido de un estado de no hacer. Además, sobre el hacer hay que tener en cuenta qué hacer y qué no hacer. No queremos hacer daño a la gente, por ejemplo, o dañarnos a nosotros mismos. Hacer por hacer tampoco tiene mucho sentido, porque nos puede llevar al abismo.
Hay que hacer, pero hacer desde la sabiduría más grande que tengamos acceso, no tener demasiada prisa por hacer. Obviamente hay que hacer sin saber también, equivocarse y continuar aprendiendo. Pero si se pueden evitar ciertos errores mejor que mejor. Esto se puede lograr estudiando antes el campo del hacer en el que nos vamos a meter. Estudiarlo desde todos los puntos de vista posibles. Entonces sí, encomendarse al gran espíritu y lanzarse a hacer.
Para el no hacer también creo que hay ciencia. No siempre podemos estar no haciendo. Hay que saber buscar los huecos necesarios para ello. Y esos huecos son indispensables para poder tener una buena salud mental. En el no hacer, que puede ser una meditación, una observación de la naturaleza, un degustar un buen café o una siesta meditativa, por ejemplo, pueden surgir ideas, llamados del espíritu que nos lleven a cambiar algo en nosotros, en nuestro propio hacer. Sirve para guiarnos dentro de la gran incógnita que es la vida.
Se trata aquí con algo que para mí es todavía un misterio en cierta medida. El dinero es una construcción mental humana. Como toda construcción mental humana existe y no existe a la vez, es algo así como la partícula y la onda. Hay gente que tiene muchísimo dinero y otros que no tienen prácticamente nada o nada directamente. Unos están en la partícula (los que tienen) y otros en la onda (los que no tienen). ¿Qué diferencia a unos de otros? ¿Por qué hay muchos más que no tienen que los que sí tienen? ¿Qué les falta a los que no tienen para que puedan tener? Son preguntas que me hago, a ver si puedo darles respuesta a mi manera.
He estudiado el tema del dinero, de la abundancia y de la creación de realidad bastante profusamente y me conozco la teoría, pero he practicado poco, la verdad. Creo que por miedo a que se puedan hacer realidad esas abundancias masivas y no pueda sostenerlas y soportarlas. En este momento de mi vida me siento muy bien como estoy y me cuesta desear cambiar, aunque sé que hay varias cosas que tengo que cambiar sino el futuro no pinta muy bien. Pero volvamos al asunto que estoy planteando aquí. ¿Qué diferencia a unos de otros? Lo que es claro que los diferencia es la mentalidad y la acción que llevan a cabo cada uno fruto de esa mentalidad. El “mindset” que se dice en inglés. Los que tienen mucho dinero se creen merecedores de él, lo suelen ver como un medio y no como un fin y tienen un pensamiento optimista y positivo sobre su suerte y sobre la vida. Además, son muy agradecidos, constantes, tragozadores (no me gusta la palabra trabajo que proviene del latín “tripalium”, que era un instrumento de tortura) y aventureros. Los que no tienen dinero, al contrario, ven al dinero como algo negativo por una o varias razones que se repiten una y otra vez, lo ven como un fin, no suelen ahorrar ni invertir y su pensamiento suele ser cortoplacista, negativo y pesimista ante su suerte y sobre la vida. Y suelen ser desagradecidos, tacaños y miedosos.
Este es un resumen muy resumido de lo que yo considero que ocurre y que hace que se presente el problema del dinero en el mundo. La gran mayoría de las personas tienen un pensamiento cortoplacista, negativo y pesimista ante su suerte y sobre la vida y ven el dinero como algo negativo y, por eso, en gran medida, existe tanta pobreza en el mundo. Pero esto sería reducir muchísimo la ecuación del problema en sí. Hay que ver que los sistemas educativos, las familias en las que nacemos, las noticias y programas de televisión, etc. deseducan sobre el uso y disfrute del dinero.
No se enseña sobre finanzas y manejo del dinero, sobre el cultivo de los propios dones y talentos para luego ofrecerlos al mundo y que, en forma de dinero y otras cosas, se nos retribuya por ello. En lugar de eso se nos enseña a despilfarrar en cosas que nos denigran, como puedan ser vicios y entretenimientos vanos que nos envilecen más todavía y nos hacen ser más pobres. Se nos enseña que la única fuente de ingresos ha de ser un trabajo seguro al cual asistamos una serie de horas a la semana y que con eso debemos adaptarnos y medrar cuando, en su lugar, existen múltiples vías que se pueden explorar para obtener dinero de manera lícita y legal.
La escuela se encarga de dinamitar las ganas de estudiar, leer, informarse correctamente, aprender y querer seguir aprendiendo después de pasar por ella. Para tener una buena cantidad de dinero al mes hace falta saber mucho y aplicar en forma de tragozo la energía para que se materialice el dinero. Y esto debe hacerse aportando valor a mucha gente, cuando más personas se vean beneficiadas, más dinero llegará. Sin embargo esto tiene excepciones, como todo, y se puede ayudar a mucha gente sin obtener dinero por ello, pero siempre se obtendrá algo a cambio. Las retribuciones del gran espíritu son muchas y muy variadas y sólo hay que saber ver y agradecer aquello que tenemos para darnos cuenta de cuantas cosas llegan a nosotros en realidad.
Total, que podría extenderme mucho sobre este tema porque da para rato, pero con lo escrito servirá para tener una pincelada sobre el problema y que cada cual investigue y profundice a su gusto en ello. Hay muchísimo material, como nunca en la historia, para poder entender este juego del dinero y jugarlo satisfactoriamente.