El valor de un gesto de amor

Un gesto de amor con alguien en determinado momento puede cambiar su día e incluso su vida. Continuamente estamos teniendo gestos con nosotros mismos y con nuestros semejantes. La diferencia estriba en qué tipo de gestos tenemos. La calidad de los gestos que tengamos con nosotros mismos también generará una calidad de gestos hacia nuestros semejantes. Los gestos de amor son los más difíciles de tener pues las tendencias generales energéticas nos llevan a luchar entre nosotros, a competir, a procurar una suerte de egoísmo que es malicioso y hace que tener gestos de amor sea muy escaso y complicado.

Una sonrisa simple y real puede cambiar de un estado taciturno a un estado alegre a una persona en un momento dado. Cuidando de nuestros pensamientos, sentimientos y actos podemos tener cada vez más gestos de amor con nosotros mismos y con los semejantes y poder llegar a cambiar el clima general de una comunidad si esa actitud se emula por parte de los que reciben el gesto. De todas maneras, pienso que pretender cambiar a otro o a una comunidad no es el objetivo, sino lograrlo con uno mismo, sobre todo.

un hombre acariciando un perro callejero en un parque

Creo que también hay varios tipos de gestos de amor y que todos, en cierta medida, tienen gestos de amor con los demás de diferentes maneras. El problema radica en no verlo, en no ser capaces de darnos cuenta de que la actitud que está teniendo el otro hacia nosotros es un gesto de amor. Simplemente arreglando algo, regalando algo, escuchando, etc. podemos detectar que se nos está ofreciendo un gesto de amor. Y qué importantes son esos gestos. Son los que sostienen la cordura en el mundo. Espero que aumenten y aumenten en frecuencia y potencia y que se solucionen muchos de los problemas que nos acucian hoy en día.

Ian

El ominoso mar de la conciencia

Vivimos sumidos en un breve y pequeño punto de conciencia que “flota” dentro de un mar gigantesco de conciencia. Eso creemos que somos. Eso experimentamos ser la mayor parte de nuestra corta vida. Sólo en ocasiones muy contadas o en casos en los que el ser medita y bucea en el mar, nos acercamos a la grandeza y vastedad de la conciencia. Creo que nos acercamos pocas veces porque sería insoportable para mantener la razón acercarse más a menudo. Un entrenamiento férreo puede servir para lograrlo con más asiduidad, pero en principio la gran mayoría de la gente no nos entrenamos así.

La locura permite ver a vistazos gruesos y rápidos grandes magnitudes de conciencia, pero de manera desordenada e inconexa la mayoría de las veces. Pero se puede contemplar la faz de la inmensidad y el terror que ello provoca. Eso hace que muchas personas que han pasado por eso sean religiosas o proclives a la espiritualidad. La experiencia mística se va mezclando con la vida ordinaria hasta imbuirlo todo y no se sabe bien distinguir, cualquier cosa puede parecer tremenda, desde lo más pequeño a lo más grande. Comienzan a ocurrir circunstancias excepcionales a ojos de la persona así afectada y llega un momento en que no puede controlar su sentir, su razonar ni su emoción.

Hay tantas cosas que desconocemos que asusta. Pero parece que estamos equipados para poder movernos entre tanto lodazal y salir venturosos de la epopeya. No todo el mundo consigue salir, eso está claro, de hecho, la mayoría nos vemos atrapados de una u otra manera en inercias y sentires que nos hacen vivir círculos viciosos normalmente. Lo suyo es encontrar la inercia del círculo virtuoso y agarrarnos a ella como a un clavo ardiendo ya que el otro camino es el de la depravación y el declive hacia los infiernos humanos. En el mar de la conciencia tenemos que navegar de la mejor manera posible y cada uno tiene que sacar fuerzas de flaqueza para lograr enderezar el rumbo hacia un equilibrio creciente dentro de tanto desequilibrio.

La cordura es, entonces, la capacidad de mantenerse en círculos virtuosos el máximo tiempo posible e ir desechando los círculos viciosos que nos llevan a la locura. Y, dentro de la cordura, estaría también la capacidad de sondear ese gran mar de la conciencia con la cautela suficiente para no hundirnos en sus abismos.

Ian

Matrioskas

¿Sirve para algo todo lo que hacemos? Yo creo que sí sirve, aunque sea sólo para jugar en este juego de la vida tan extraño y paradójico. Mi madre nos regalaba los regalos de navidad escondiéndolos por toda la casa y usando papelitos a modo de pistas para ir descubriendo dónde estaba cada regalo. Luego, la caja solía ser mucho más grande que el regalo y tenía varias cajas a modo de muñecas rusas envolviendo el regalo original que podía ser un reloj o un muñeco. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que, para mí, a día de hoy, y con la información y experiencia que tengo, puedo decir que la vida es eso, un juego de matrioskas que nos llevará a conocernos a nosotros mismos, a reencontrarnos con lo que somos de verdad… Nos llevará al REGALO.

Pero claro, eso que somos es tan grande que una vida no da para lograr reencontrarnos con lo que somos de verdad a no ser que nos esforcemos muchísimo por conseguir ese objetivo y, aún así, las posibilidades son ínfimas. Hay tantos condicionantes que nos frenan y limitan a la hora de lograr esa consciencia suprema que el chance de lograr ese hito es casi imposible de conseguir. Mientras tanto sigamos desenvolviendo regalos y disfrutando de ellos. Démosle a cada uno su lugar y su tiempo y agradezcamos su aprendizaje. También podemos pedir al gran espíritu que ponga en nuestro camino los regalos necesarios para llegar a ese objetivo cuanto antes, sin embargo, no creo que la prisa sea buena consejera y menos para semejante menester.

Mejor ser amigo de la paciencia y disfrutar con tranquilidad del proceso de vivir mientras se pueda y la situación nos lo permita. De todas maneras, aunque todo se esté derrumbando es mejor mantener la calma y la fe en que todo ocurre porque se está reajustando la vida. Sé que puede ser jodido en ciertos casos, pero es jodido hasta cierto punto. En otro punto nosotros lo hacemos más jodido de lo que es y es nuestra responsabilidad cambiar eso si podemos. Al final todo depende de la cantidad y calidad de energía de que dispongamos. Así que lo suyo es aprender el arte de obtener energía lícitamente y ahorrarla todo lo posible. Y yo soy el primero que tiene que aprender ese arte y aplicarlo, pero en ello estamos.

Ian