¿Cómo poner límites?

Yo creo que es un arte lo de poner límites y que, además, es un arte que comienza por ponernos límites a nosotros mismos. Esa es la famosa madurez: ponerse límites a uno mismo, para empezar. Luego se ponen límites a los demás y sus actitudes, pero con dulzura y ecuanimidad, sin dejar que se suban a la chepa, pero tampoco asediando. Que no haya que llegar a las manos, que se dice. Poner límites es algo que, por lo menos yo, tengo que aprender y en ello estoy. Es muy saludable hacerlo. Gracias a ello uno se puede quitar de un vicio, por ejemplo. Puede parar la actitud tóxica de alguien que se aprovecha de uno y haciéndolo en equilibrio.

Poner límites también tiene que ver con adoptar responsabilidad sobre algo en concreto, por lo que no es un tema que guste mucho. Pero es que la responsabilidad, al final, tiene que ver con la madurez, la independencia y la libertad. Cuanta más responsabilidad mayor madurez, independencia y libertad. La libertad se ejerce, se emplea, pero no está de manera natural. De hecho, se puede ser cada vez más libre o cada vez más esclavo, según se ejercite uno en la libertad o según deje de ejercitarse. Vivimos en una guerra por la libertad, la atención y el sueño. Ciertas fuerzas quieren esclavizarnos, obtener nuestra atención y que nos mantengamos dormidos el máximo posible de tiempo. Dormidos como metáfora espiritual de aquel que no ve lo que está ocurriendo de verdad en su esfera de realidad (por lo menos con mucha más nitidez que el resto) y también como aquel que duerme plácidamente.

Es muy fácil hablar de esto y lo difícil es ser libre, dueño de la atención propia y despierto a la realidad espiritual que nos circunda. Yo me siento bastante libre, dueño de mi atención y despierto, pero no lo suficiente como para sentirme orgulloso de mí mismo. Quizá algún día llegue a esas cotas de libertad, atención y frescura. Mientras tanto, me voy ejercitando paso a paso en fortalecer mi libertad, en acrecentar mi atención y en estar más despierto.

Ian

Juzgar…

¿Quién soy yo para decirle a nadie cómo vivir? ¿Quién soy yo para juzgar a nadie sobre cómo es su vida, sobre cómo vive o sobre cómo hace en la vida? Hay muchísimas personas juzgando ya a los demás como para ser una más. Sé que en realidad juzgamos casi por instinto, por supervivencia, pero aún así no hay por qué imponer ese juicio a nadie y, además, si se enjuicia es por algo, de algún sitio viene. Heridas pasadas, sombras no iluminadas. Siempre van a haber heridas pasadas y sombras no iluminadas, pero podemos reducir la cantidad. También estamos todos en el camino de iluminarnos si es lo que buscamos. La gran mayoría no es lo que busca o eso parece. Más bien buscan reconocimiento, riqueza, poder, etc. cuando no han desarrollado ni al mínimo la responsabilidad que hace falta para saber llevar ese reconocimiento, riqueza y poder. Pero bueno, cada quien que busque su fortuna o infortunio de la manera que más le plazca.

Yo ahora me siento en tierra de nadie, en un abismo que tengo que cruzar para llegar a la otra parte en la que están los seres humanos impecables. Tengo mucho que sortear y veo casi imposible llegar allí, pero es como que mi vida no va a ser significativa si no llego a esa orilla. Tengo que ponderar muy bien mis fuerzas y alejarme de vicios y desgastes energéticos. Utilizar mi atención para construir y navegar hacia una vida más ejemplar y digna de ser vivida. La lucha que hay que llevar a cabo es muy grande, pero es más grande el coste de no hacerlo. Es hora de ser el arquitecto y el albañil de mi propia vida. De verdad encarnar los valores que me gustan y que me inspiran en mí mismo.

Ian

La vida es…

La vida es super extraña. Es como una corriente de sucesos que realmente no ocurren porque son sólo interpretaciones que hacemos de esos sucesos. Para una araña nada de lo que nos ha sucedido hoy existe o es real. Para ella otras cosas son reales y no las podríamos explicar como explicamos algo que nos pase a nosotros. En una discusión, cada persona implicada piensa y siente unas cosas diferentes a las otras o por lo menos con tonos diferentes y trenes de pensamiento diferentes también. Cada cuál observa, según su conocimiento, su cultura, su nacionalidad, etc. etc. una cosa u otra, un asunto u otro en relación al mismo evento.

Todo resulta en algo muy extraño porque son avenidas únicas para cada uno las experiencias que se tengan. Se puede decir que cada ser vive un mundo propio y casi privado, que comparte con otros seres en cierto punto o medida, pero que ese punto y medida es algo tan pequeño que no tiene casi representación en el vasto océano de una vida, sea cual sea esa vida. Todo lo que se ha escrito en el mundo, todas las obras de teatro, musicales, películas, etc. todo es algo que queda reducido a la nada más absurda en comparación con el gran teatro que es la vida, la gran película, la gran obra musical.

Sin embargo, sólo podemos disfrutar, por ahora, de una parte muy reducida de esa obra y eso nos hace no poder apreciar la obra en su conjunto. No estamos hechos para ello, de todas maneras. Creo que no soportaríamos tal magnitud de belleza o brutalidad por eso no estamos hechos para ello. Dentro de una vida, sin embargo, podemos disfrutar de muchísimas cosas de lo más variopintas pero, al final, no parece que se trate de disfrutar sino, más bien, de aprender dentro del disfrute. Además, una vez aprendido ya no queremos volver a disfrutar de eso que aprendimos. Es como aprender a caminar. Una vez aprendimos ya no queremos volver a pasar por lo mismo o no es lo natural pasar por lo mismo. Una vez se aprende ya va con nosotros aquello que aprendimos.

La vida es algo muy extraño que nadie comprende y que no sabemos para qué sirve, pero lo que sí podemos llegar a saber o experimentar mientras estamos vivos es amor o miedo hacia la vida. Cuanto más amor más ganas de vivir y cuanto más miedo menos ganas de vivir. Creo que a cada instante estamos eligiendo si nos gusta la vida o nos disgusta. Si interpretamos esto o aquello como malo o como bueno dentro de nuestro sesgado punto de vista al final vamos seleccionando cuánto nos gusta o nos disgusta la vida y abrimos las puertas a que entren en ella energías positivas y constructivas, personas y eventos, situaciones, etc. o, por el contrario, energías negativas y destructivas, personas y eventos, situaciones, etc. que lo que hacen es restarnos vida.

Como la vida es un misterio y es más misteriosa aún la muerte si cabe lo ideal es vivir lo máximo posible para poder desentrañar hasta cierto punto el misterio o, por lo menos, hacernos buenos navegantes del misterio y saber llegar a orillas cargadas de buenas experiencias, profundas y cargadas de sentido. Es cierto también que para que esas situaciones se puedan dar es necesario tener una atención lo suficientemente entrenada y aguda como para saber extraer lo mejor de cada situación y poder comprender lo que nos está ocurriendo de la mejor manera posible.

Ian