Castaneda

Carlos Castaneda. ¿Qué decir de él? Un hombre que ha influido en millones de personas y yo diría que para bien. Al traer al mundo ordinario la visión extraordinaria de los chamanes Toltecas trastocó los cimientos del mundo conocido para muchísimos seres humanos. Entre ellos me encuentro yo. La delicadeza y la fuerza con la que don Juan o don Genero iban conduciendo a Carlos para que se adentrase en lo más salvaje de la conciencia humana es digno de leer. Es muy necesario, como no, poner en práctica las premisas Toltecas lo más posible. Ocurre que, sin una guía experta, adentrarse en los abismos de la conciencia de manera solitaria es bastante peligroso. Aunque, si no se tiene esa guía, por desgracia es la única manera.

En mi caso he vivenciado cosas muy extremas por hacer las cosas sin una guía y si equilibrio y responsabilidad total por parte de mí. Sin embargo, he podido aprender muchas cosas sobre la realidad gracias a ello y bueno, ahora me sirve para poder agradecer los estados de tranquilidad y de paz. Ocurre que la guerra en la vida es la guerra y somos todos guerreros, aunque algunos desertemos de vez en cuando y no nos guste guerrear. El estado de guerra bien llevado puede ser muy energético y fluido. Mal llevado puede llevar a la ruina. Este mundo es un mundo es perpetua guerra, aunque ahora parezca que tengamos paz en occidente y en otras zonas del planeta. Una paz bastante cuestionable por otro lado, ya que nos están haciendo la guerra a la mente con las redes sociales, las modas impuestas sobre cómo hay que vivir, qué es lo bueno y quién es el malo, etc.

Carlos Castaneda, como algunos pocos potentados de la sabiduría del siglo XX y XXI, vino a traer una manera resolutiva de vivir buscando la impecabilidad en todo (con lo difícil que eso es, por lo menos cuando se quieren enderezar años de malos hábitos). Pero una impecabilidad comprendida como la forma más eficiente y elegante de ahorrar y gestionar la energía vital de todos los centros vitales que posee el ser humano. Véase cuerpo, mente, alma y espíritu. Un arte milenario y muy restringido a muy pocos elegidos que, de repente, se vuelve mainstream. Un corpus de conocimiento y sabiduría pragmática muy efectiva que lleva a quien la surfea a tener experiencias cada vez más profundas sobre la naturaleza de realidad y a desentrañar muchos misterios (todos los que se puedan) inaccesibles totalmente a quien no ha puesto un pie en este extraño y ominoso sendero.

Lo bueno es que, al final de ese sendero hay una luz que aclara, supuestamente, al brujo chamán y le permite, reunida la energía y vivido el trayecto del sendero angosto, liberarse de la forma humana y trascender a otros planos de existencia superiores en los cuales se perpetúa la consciencia. Cuando una partida de un Nahual se va de este mundo todos los miembros se encienden en conciencia pura y forman una serpiente emplumada. La famosa serpiente emplumada de las mitologías precolombinas es, a todas luces, un recordatorio de esa proeza que, por lo visto, fue llevaba a cabo en su momento por pueblos enteros.

No sé si esto será o no verdad, pero lo que sí puedo corroborar por mi propia experiencia que es una vez vi lo que parecía a todas luces una partida del Nahual encendida en conciencia. Una serie de bolas de luz pulsante y conscientes de sí, atravesaron la calle donde vivo y fueron a dar a un árbol que estaba al final de la misma. Luego, se abrieron en abanico precioso de luminarias y de ahí se proyectaron al infinito con una velocidad como nunca en mi vida he visto y no creo que vuelva a ver.

Sí, creo firmemente que he visto la partida de un Nahual. Creo firmemente que, en su momento, vi la famosa serpiente emplumada. Y hoy recuerdo ese día con cierta nostalgia porque encendió en mí todas las emociones, sensaciones y pensamientos sobre la maravilla mágica y totalmente misteriosa en la que estamos y nos movemos; esta vida…

Ian

¿Qué pensarán los indígenas australianos?

Según Marlo Morgan, en su libro “Las voces del desierto”, los indígenas australianos vivían con muy poco. Bebían muy poco y comían muy poco. Sólo llevaban un taparrabos y eran nómadas. Pero la cosa más interesante que descubrió Marlo es que los indígenas no hablaban. Sólo el que la introdujo en el grupo hablaba con ella de vez en cuando. La cosa es que, aunque no hablasen, los indígenas hacían cosas coordinadas sin ningún tipo de señal ni aviso previo para realizar dicha tarea.

Por ejemplo, de repente se paraban todos a una y las mujeres se ponían a cavar agujeros y los hombres iban a por leña. Era la hora de dormir e iban a hacer fuego. ¿Cómo se habían transmitido el mensaje de ponerse a hacer las hogueras justo en ese momento? Viviendo con ellos varios días Marlo llegó a la inevitable conclusión de que los indígenas, por muy descabellado que pudiese parecer, se comunicaban con telepatía… Su pureza y su conexión con la naturaleza y entre ellos era y es muchísimo mayor que la nuestra. Por eso me pregunto, ¿Qué pensarán los indígenas australianos?

Vivimos una época muy convulsa y extraña, como todas. Ocurre que esta es, a todas luces, una época o era muy acelerada y que va cada vez más rápido. Se prevé un evento masivo que va a cambiar todo el paradigma social tal cual lo conocemos y parece que no queda mucho para ello. Mientras tanto nos mantienen distraídos con millones de cosas. Y pienso yo que los indígenas australianos deben estar tirándose de los pelos. Aunque seguramente, con su forma de vivir y de fluir con la vida, entenderán este proceso por el que está pasando la humanidad y no lo juzgarán. Por lo menos no lo juzgarán muy duramente.

Finalmente, el mundo es lo que es y no podemos hacer nada por evitarlo. Es más, nosotros somos como somos y tampoco podemos hacer mucho por evitarlo. Podemos cambiar, pero justo cuando estamos cambiando es porque teníamos que cambiar. Y sí, somos responsables de nuestros actos, pero, a la vez, no. Según se mire. Es una cuestión muy afilada. En el momento que te haces responsable de tus actos ¿Es el momento en que tenías que hacerte responsable de tus actos o no?

Ian

Nos están atomizando

Algo, no sé bien qué (aunque tengo mis sospechas), nos está atomizando. En nuestra mente están inoculando un virus de separación, de segregación, de olvido, cada vez mayor. Cada vez escucho más rotura de amistades y vivo también rotura de amistades. Cada vez nos aguantamos menos los unos a los otros. Después de miles de años buscando estar en grupo y hacer amigos, ahora de repente dejamos de querer esto y buscamos una soledad creciente. Muchísimas influencias nos dicen que la soledad es magnífica y que el que es solitario es más inteligente y más capaz que los demás, etc. Yo mismo he promovido estas ideas compartiendo vídeos o imágenes en redes sociales. Pero ahora no lo apoyo tanto, la verdad, viendo lo visto.

Sin embargo, creo que esto no es tan así como lo están pintando. Se necesita del grupo para infinidad de cosas y prescindir de él es un error que nos puede llevar a la destrucción como civilización y a una gran tecno-dictadura. Ya lo han denunciado Orwell y Huxley, entre otros. Pero, como yo hago ahora, lo denunciaron para que no ocurriese. Sin embargo por el camino que vamos se podría decir que ya está ocurriendo, lo que pasa que de una manera muy sibilina. Poco a poco, silenciosamente, “algo” está corrompiendo el comportamiento humano y nos está envileciendo y corrompiendo a marchas forzadas. También nos está dividiendo y haciendo que nos odiemos los unos a los otros y que no confiemos en el prójimo ni queramos ayudarle, apoyarle, acompañarle…

Siento que algo muy gordo está a punto de suceder, no sé cuándo, pero más pronto que tarde, que va a revolucionar nuestra forma de vida. Parece que, para mal, pero tal vez me equivoque y todo esté “conspirando” para que la humanidad tenga un nuevo renacer y florecimiento. Una especie de renacimiento moderno que nos va a deslumbrar por su belleza y magnificencia pero que, ahora, estamos en los dolores del parto que se llama y por eso todo es muy oscuro. Quiero pensarlo así para darme ánimos a mí mismo y a quien lea esto. Pero la cosa pinta bastante mal y lo peor es que, los que sospechamos que está pasando esto, no sabemos qué hacer.

Por mi parte escribo y hago música reivindicando ciertos valores y principios por los que intento regirme todo lo posible, aunque la verdad es que tengo que mejorar mucho, pero bueno. Cada uno hace lo que puede y sabe y cree, y como he comentado en otras ocasiones, al final las cosas de alguna manera “nos suceden”, “nos ocurren” y así cambiamos o actuamos diferente, pero no es que hagamos directamente nosotros sino que somos como olas del océano.

Ian