Filosofar.

¿Lo haces? ¿Tienes costumbre de filosofar? Si es así, enhorabuena. Es algo que se está perdiendo a marchas forzadas. Cada vez más la gente tiene una idea sobre cómo es el mundo y no se baja del burro, ni cuestiona su forma de pensar ni es capaz de tener un diálogo con otro ser humano que pueda modificar ni una coma ese punto de vista. En el momento que lo modifique un poco entonces se considera que hay una agresión y la persona “afectada” por la desavenencia se aleja o considera a aquel o aquella que produjo la desavenencia como alguien tóxico.

Si eres de los que sabe escuchar y sabe también modificar su punto de vista, aunque sea momentáneamente, enhorabuena. Es muy extraña esa forma de vivir en el mundo en la que se está fluyendo y se bordean los obstáculos en lugar de chocar frontalmente contra ellos. El choque frontal es lo común y corriente, lo mediocre se podría decir. El “be water my friend” es lo extraño, lo singular, lo extraordinario.

Cuando se encuentra a alguien con quien se puede “filosofar” uno se encuentra en una isla paradisíaca muy poco transitada, virgen, frondosa y única. Entonces se da un diálogo, que es un el monólogo de dos personas nutriéndose del monólogo opuesto y complementario. En lugar de estar soltando una única visión sin posibilidad de cambio o modificación en el argumento, se da una conversación en la que las dos personas están como en un estado cuántico de fluctuación de la energía que está ajustándose, aunque sea poco, no importa, pero ajustándose visión a visión, punto de vista a punto de vista. Existe como una especie de estrategia que hace que se refinen ambos puntos de vista y, además, se busca la autenticidad máxima. El cotejo con la propia experiencia y la propia práctica, con lo que se dan momentos, en ambos interlocutores, de silencio por comprensión.

Está claro que “filosofar” es muchísimo más interesante y elevado que “hablar” o “discutir”. Para mí, por lo menos, es la forma que conozco más excelsa de comunicarse entre dos o más seres humanos, sin contar con la telepatía, claro. Ahí ya entraríamos en otro campo mucho más inexplorado, basto y poderoso de la comunicación…

Ian.

¿Qué está pasando?

Veo cada día más alteración en la gente. Más rarezas. También lo noto en mí mismo. Sin embargo, lo que noto en mí me gusta. Lo que veo en la gente, en general, es más rabia, más incomodidad, más tristeza si cabe. Es curioso lo que nos está pasando. También noto gente que está prosperando mucho, pero también están sujetos a cambios muy grandes. Todo se está volviendo muy volátil y eso irrita, parece. Pero a la vez las energías se perciben “buenas” en general. O eso me parece a mí.

Los pensamientos, en mi caso, están cambiando. Se están volviendo más fluidos, menos anquilosados. Están viniendo pensamientos nuevos y más creatividad de lo normal.  En mi caso he sido mucho como Ideafix, el perro de Obelix; idea fija hasta que algo me “demostraba” que había que cambiar o yo lo veía por mi mismo. Ahora que llevo un tiempo bastante grande de introspección, también estoy variando puntos de vista y modificando comportamientos, poco a poco, pero ahí voy. Se puede hacer y es gratificante, por lo menos probar y ver qué tal va el cambio.

También podemos no hacer nada. Que cada uno haga lo que quiera, al final es lo que hacemos, aunque parezca que estamos haciendo lo que otros quieren que hagamos. En fin, que los tiempos están cambiando y parece que va a ser bastante radical el cambio que se va a producir. Iremos viendo.

Ian.

¿Cómo se puede disfrutar tanto de algo?

Y no, no pienses “mal”. Me refiero al placer de escribir. Es algo adictivo. Escribir con la mano, con el dedo gordo (en el móvil). Escribir con las manos a dedos abiertos, escribir y transmitir a quien quiera tragarse mis estupideces, mis locuras, mis extrañezas. Soy un hombre como otro cualquiera al que le gusta la música y escribir, al que le gusta también el ocultismo y las religiones. ¿Has leído el Ashtavakra Gita? Te lo recomiendo encarecidamente. Es religión, pero qué religión. Que alegría de escrito. Hay de todo en la viña del señor y existen textos que nos liberan más y otros que nos aprisionan más.

Aunque para aprisionar está muy bien la televisión, las series (y yo me he visto muchas y a lo mejor la misma 2 veces, ¡eh!), películas y mil cosas, pero de todo se puede sacar algo aunque a veces pienso que realmente no estamos atrapados o, por el contrario, estamos totalmente atrapados. No tengo término medio. Son cosas que no le importan a la gente en general, no son cosas mainstreams, pero a mí me gustan, qué le vamos a hacer.

Y ahora, mientras escribo, escucho la Sabaneta de Ross Lara y me quedo tan pancho. Es una gozada poder escribir, saber escribir, mejor o peor, pero hacerlo, ¿sabes? Hacerlo muchas veces, de varias maneras y en diferentes estados. Parece que tengo que aprender sobre lo que es escribir. Hay gente que no escribe y que tampoco leen y muchas de ellas están mucho más conectadas a la esencia humana que yo, que he leído no sé cuántos libros que llevo ya 340 páginas escritas de entradas en el blog. Cada página una entrada (lo sé porque tengo un Word donde voy escribiendo antes las entradasas) Ahora llevo 103997 palabras. Se puede decir que escribo y también se puede decir que es una auténtica estupidez el hacerlo, que no lleva a nada ni saco provecho de ello. Y yo me pregunto ¿Por qué hay que sacar provecho de todo? No sé, al final todo da sus frutos de una u otra manera, aunque sea para negativo. Puede dar frutos negativos.

Bueno, pues ya estoy con la vista borrosa de tanta pantalla y tanto escribir (que también estoy con otra cosa en ciernes y es también de escribir). Lo dejo por ahora…

Ian.