El juego

He escuchado muchas veces que la vida es un juego. Que hay fases en él y monstruos también. Que estamos aquí para pasarnos todas las fases que podamos y que ese es el objetivo del juego, al parecer, entre otras cosas. También he escuchado que la vida es una escuela. Que estamos aquí para aprender y que cuanto más aprendamos mejor que mejor.

La verdad es que estas apreciaciones vienen de personas que no saben qué es la vida, al igual que todo el mundo. Si hubiese alguien que supiese qué es la vida creo que no andaría por ahí diciéndolo. Es verdad que existen bloqueos que hay que sortear si quieres tener más dinero, por ejemplo, o más tiempo, o ambos. O buenas relaciones de amor o de amistad o en la familia. Pero eso no significa que la vida sea un juego. La vida, para mí, no es nada y lo es todo a la vez. No se puede definir en última instancia. Podemos definir leyes que operan en todo momento y guiarnos gracias a ellas, eso es verdad y también es verdad que el diseño inteligente denota eso, inteligencia.

Dios parece haber creado esta cosa que llamamos vida a todas luces. Dios es, como la vida, incognoscible, pero nos da ciertas pautas por las cuales podemos entender que nos está transmitiendo conocimiento y guía. La vida y su creación es algo majestuoso que, además, está en perfecto equilibrio. Si las temperaturas fueran unos pocos grados mayores o menores no se podría vivir en la Tierra. Así pasa también con las composiciones químicas, son muy justas y medidas, o el ADN. Si miramos bien cómo está construido el mundo es algo alucinante, todo está en su sitio. Eso es un gran mensaje de una gran inteligencia a nuestra corta inteligencia.

Pero poca gente es capaz de ver esto. Aunque en el mundo de la ciencia se ve mucho más de lo que se pueda creer. La mayoría de los premios Novel son creyentes, por ejemplo. Algo pasa que la inteligencia lleva, de alguna manera, a la creencia en Dios y en que todo esto tiene un fin mucho más extraño y maravilloso de lo que podamos creer. La vida, al final, es un misterio insondable sí, pero nos da ciertas pistas para poder guiarnos entre tanto misterio, sino sería imposible vivir. Pero, además, parece que esa guía es para llevarnos como especie hacia algo, algo que todavía no sabemos qué es pero que, llegado el momento, podremos vislumbrar. Algo que ya, con la IA se está vislumbrando en cierta medida. Iremos viendo…

Ian.

Otro teclado

Hoy estoy escribiendo con otro teclado, el que tenía antes. Mi teclado se ha estropeado y tengo que volver al antiguo ¿Por qué pasa esto? Creo que tengo que experimentar una retrogradación, como en astrología, para luego ver un avance. Cuando me pasan cosas como estas me fijo bien a ver qué me quiere decir la vida, qué me pasa en la vida y que señales puedo observar que me he perdido. Por ejemplo, hoy he visto a una amiga que hacía mucho que no veía. A la vez, hace poco volví a contactar con otra amiga que hacía mucho que no veía. Están volviendo cosas del pasado por alguna razón que todavía desconozco.

Además, estoy aprendido sobre la atención. Poner atención prolongada a las cosas que hago es algo que cuesta muchísimo pero que reporta muchos beneficios. La mente se despeja y se aclara. Las energías están mejor distribuidas y se tiene menos cansancio. Se piensa mejor y se pueden priorizar mejor las cosas que se tienen que hacer y las que no. Es un proceso gradual y que hay que entrenar, pero en los días que llevo practicando encuentro mucho beneficio ya de base.

Cuando le preguntaron a Andrew Carnegie cómo fue capaz de edificar su imperio del acero y su fortuna él dijo que era capaz de mantener su atención concentrada en algo durante 5 minutos. Esto resultó gracioso a los que le investigaban, pero luego se descubrió que ellos no eran capaces de concentrar su atención ni 10 segundos. Así que la mezcla entre concentrar la atención el tiempo suficiente y luego en qué se concentra puede producir grandes avances en cualquier área de la vida.

Espero que seas capaz de utilizar tu atención para construir la vida que sueñas y que así se beneficie todo el mundo, porque una persona realizada puede ayudar a muchas otras a realizarse…

Ian.

El océano de lo que no sabemos.

Lo que sabemos es un río, pequeño, casi un afluente. Va tomando aguas de aquí y allá, pero con cuentagotas. En su avance puede tomar más velocidad y de ahí que confundamos la velocidad con el tocino. Esa velocidad nos da la sensación de que ya lo sabemos todo. Nos hace flipar por un momento que puede durar años. Sin embargo, llegado el momento, deviene la humildad de saber que no sabemos prácticamente nada. También la soledad del desconocimiento.

Puede aparecer incluso el miedo a vivir porque se hace demasiado grande el mundo y todas las incógnitas que nos presenta. Todo es un absoluto misterio. No sabemos nada realmente. Bueno, algo sí, cómo andar, como escribir, como soñar quizá, pero hasta cierto punto. Porque no es lo mismo cómo escribe Miguel Ruiz o Isra Bravo o yo. Sin embargo, escribimos. Ese río va transitando bosques, estepas, valles. De cada sitio toma su aroma, su esencia, sus sales. Y el agua del río va cada vez más “contaminada” hasta que, llega un día en que da con el último meandro en el camino y luego tiene que enfilar su fin hasta el océano.

Allí en el océano se diluye y deja de ser río para siempre. En el océano es océano. Ahora todo es inmenso, también la inocencia y la humildad. Allí se conocen las corrientes marinas que son como ríos, pero mucho más grandes y potentes. Y al final se vuelve con el ciclo de las aguas a ser río, pero se vuelve a ser otro río, nunca el mismo que se fue. Todo está en continuo cambio y así ha de ser.

Ian