La decrepitud

Vamos de más a menos, de más energía a menos energía, de más alegría a menos, y así con casi todo. Una de las pocas cosas que puede “aumentar”, digamos, es la sabiduría. Pero es algo bastante difícil de “aumentar”. El paso de los años nos suele hacer más sabios, pero eso tiene mucho que ver con lo que cada uno ha ido eligiendo. Veo en mi barrio personas que son iguales siempre, y yo me incluyo, hacemos lo mismo, vamos a los mismos sitios, siempre con las mismas rutinas.

Con la vejez suelen enconarse los sentimientos, las cosas no dichas, los momentos no desarrollados. Todo esto suele crear temperamentos irascibles o cabreados con el mundo, exceptuando dulzuras poco comunes, personas agradables que, muchas de las veces, se han tragado toda su vida la forma de ser para agradar a los demás.

Es curioso porque, si no se va incorporando cada vez más sabiduría, entonces lo que ocurre es que vamos viviendo cada vez peor, sin comprender nada y tristes y apáticos cada vez más. La vida pide que acumulemos sabiduría, pero llega un punto en que la persona se niega a acumularla por miedo, por vergüenza o por simples inercias que ha incorporado en su vida que le llevan a mantenerse en la inopia.

Es una pena que haya tanta gente así, sufriendo mucho por algo que se puede solucionar enfrentándose a los propios miedos. Pero es cómo está diseñado este enjambre de seres humanos. Qué le vamos a hacer…

Ian.

Escribir cuando no estás enamorado

Eso es difícil. Enamorado de algo o de alguien, de algún momento, de una idea, de un objeto, pero enamorado, a fin de cuentas. Ahora no estoy enamorado, pero puede que esté yendo hacia ello, no sé. Sigo con mi vida, arrastrando pesares e intentando que sean más livianos que ayer, aunque a veces cueste mucho. Aplico la técnica del “Dejar Ir” y me ayuda mucho, pero siempre hay algo que dejar ir hasta que dejemos ir la vida entera, está claro.

Mientras tanto voy experimentando este estado del ser que es ser y no ser a la vez. Estar y no estar. Pero me siento bien, no me quejo en realidad, aunque puede parecer lo contrario. Es sentir la paz casi a cada instante y se hace raro, pero es lo que he perseguido durante mucho tiempo. Doy gracias por ello y espero seguir así mucho más tiempo. Creo que depende de mí, más que nada.

Y bueno, te cuento esto porque hacia tiempo que no te contaba nada y me gustaría mucho saber cómo estás tú, qué estado tienes de base en tu sentir. Si estás mal o bien, atravesando algún tipo de situación preocupante o dichosa. Espero que estés como estés, tengas la entereza suficiente como para llevarlo pa’lante, como se suele decir.

Un abrazo muy grande y mucho ánimo, que están las cosas muy raras y hace falta…

Ian.

Sentir

Sentir profundamente la vida, lo que ocurre a cada instante. Dejarlo ir después para que no se quede atrapado. Pero descubrir que no quieres que ciertos sentimientos se vayan. Simplemente se van, pero porque ya no quieres aferrarte. Sabes que aferrarse sólo trae esclavitud. Y entonces llega una nueva dimensión en la forma de sentir. Un sentir liberado, que no atrapa ni se aferra, que no juzga ni se enreda. Llega el amor de verdad, que es mucho más potente y, a la vez, más sencillo y liviano. No daña ni perjudica. Sólo es y está y siempre está.

Es lo que subyace a todo, el sustrato más puro de todos. Y de ahí a la eternidad que es el presente en el que estamos siempre. Sólo hay estados del ser, desde el estado onírico al estado de vigilia total. Estamos oscilando de alguna manera, hasta cierto punto en graduaciones del ser. Somos momentos pasajeros y a la vez eternos que duran una vida y quizá un poco más. No sabemos nada ni tenemos verdadero control de nada, así que lo mejor es tener una actitud de soltar todo en la vida, no aferrarse a nada. Mantenerse un tiempo, eso sí, mientras la sensación o el momento esté presente, pero no más, para no crear traumas ni sufrimiento.

Todo al final es un conglomerado de formas de estar y de ser que llamamos vida y que parece que sirve para aprender sobre esos diferentes estados del ser. Y estos estados nos van llevando, inexorablemente, a la muerte. Vivimos para al final morir, está así hecho, por ahora.

Ian.