Despertar

Escuchar mientras se lee

¿Qué es despertar? Y, obviamente, no me refiero al despertar en la cama al día siguiente. Este es un despertar que todos hemos tenido menos el que ya no se despierta. Me refiero al despertar de la conciencia. El despertar a la realidad del mundo en que vivimos, por lo menos en parte. Descubrir que el mundo no es como nos han contado que es, sino que es mucho más extraño e insondable de lo que podemos admitir. Vivimos en una burbuja de realidad muy pequeñita, bien configurada para que no salgamos de ahí en toda la vida y, de hecho, es lo que pasa. La mayoría de la gente no sale de esa burbuja nunca. Una «realidad» prediseñada por otros que nos esclaviza a una forma de vida vacía de sentido.

Creo que hay diferentes «despertares». Se despierta primero a la farsa que nos han contado en el colegio, en el instituto y en la universidad y la que nos cuentan los medios de desinformación masiva. Cuando uno se da cuenta de que los hilos son manejados por poderes en la sombra que dirigen los acontecimientos a nivel mundial para sus fines. Esto será tildado de conspiranoía por aquellos que están en la primera de las burbujas porque así les han hecho pensar.

Otro despertar más profundo es aquel en el que te das cuenta de que todo es una ilusión, un sueño y que no importa que esos poderes estén haciendo de las suyas o no, porque eso forma parte del sueño, de la ilusión. Uno se adentra en una especie de locura extraña en la que el mundo se vuelve muy raro a veces. Hay que mantener muy buen ánimo para permanecer a flote y no perderse en Maya…

No sé si habrán más despertares, estoy seguro de que sí. He vislumbrado cosas muy muy potentes y exóticas, pero por momentos de tiempo muy pequeños como para poder asir esos estados de conciencia. A saber lo que nos depara el viaje al infinito…

Ian

Eres muchos

«Cuando usted se da cuenta de que no es uno, que es muchos, que puede tener algo por cierto a la mañana y no saber nada de ello a la tarde, entonces este darse cuenta es el principio».

– Ouspensky

Ouspensky sabía, al igual que Gurdjieff, que todos somos un cúmulo de «varios de nosotros». Por la mañana somos uno, a medio día otro y por la tarde otro. Aunque, verdaderamente, es algo parecido a varios cada instante. Descubrir esto es algo bastante impactante si uno realmente se para a pensarlo, a tomar conciencia del asunto. Lograr ser un «individuo» cada vez es más complicado. Tenemos literalmente miles de influencias en nuestra vida que nos hacen pensar y sentir de miles de maneras y adoptar miles de formas de pensamiento. Retirarse de tanto ruido y luego hacer el trabajo de unificarse en la esencia que cada uno es se presenta como una tarea digna de titanes.

Sin embargo, creo que es una tarea digna de llevarse a cabo. Sentir la paz que debe sentirse en ese estado de unicidad y libre de tanto ruido que sólo lleva a la decadencia es, para mí, un objetivo a lograr muy necesario. Despertar un día al mundo real en el que verdaderamente somos nosotros por fin, auténticamente, sin más dobleces ni caretas impuestas. No digo que no tengamos caretas elegidas, porque entiendo que son necesarias para mimetizarse en la sociedad. Pero que no sean caretas puestas por otros, sino confeccionadas y creadas por nosotros para un fin concreto.

Ser un hombre o una mujer libre de las ataduras mentales que nos hemos tragado durante tantos años de pensar como otros querían que pensáramos. Y con otros no sólo me refiero a personas de nuestro entorno, sino a la televisión, el colegio, la universidad, internet o lo que sea. Lograr esa libertad básica de ser un individuo es un gran comienzo que muy pocos saborean. Te animo a que la busques y la encuentres dando por echo de que ya la tienes para así asumir a tu ser en la consecución de esa meta.

Lograrlo es cuestión de poner una «voluntad suave» en ello. Esto de voluntad suave es un concepto que aprendí el otro día hablando con un amigo. Y viene a ser una voluntad con una potencia muy enfocada que no se deja aplacar por nada externo o interno. Se mantiene firme, pero suave, con lo que actúa como el agua, que se adentra entre los resquicios y que adopta las formas necesarias para avanzar.

Tener en cuenta esta realidad de que somos varios es el comienzo para poder liberarnos algún día de tal prisión y locura. Ojalá consigamos despertar del llamado «sueño vigílico» y vivir la vida real, con todo lo que eso debe conllevar. Lo que es claro para mí es que seremos más libres, pero también puede que el nivel de sufrimiento sea mayor ya que observaremos con mucha claridad los «demonios» de nuestros semejantes, entre otras cosas…

Ian

¿Amigos?

¿Has pensado alguna vez cuántos amigos de verdad tienes? ¿De esos que se preocupan por ti genuinamente y te escuchan, te valoran y respetan tu vida y tus elecciones? También te dicen lo que piensan abiertamente, pero sin herir. Amigos de verdad diría que hay muy pocos, por no decir que ninguno en realidad. Más bien, desde mi punto de vista, tenemos gente que nos acompaña en el camino un tiempo y luego se van. Sí que pueden existir amigos que estén toda la vida a nuestro lado, pero estos casos son muy raros.

De todas maneras, a fin de cuentas, estamos solos. Nacemos solos, vivimos solos y morimos solos. Cuanto antes se acepte esta realidad mucho mejor. Pienso que somos fractales de un mismo ser que, en última estancia, está solo y creó todo esto para tener la ilusión de que no está solo, entre otras cosas. Es un pensamiento que comparten varias corrientes de pensamiento y religiones. El punto es que no todos los seres humanos se atreven a afrontar la soledad, entre los que me incluyo. Es algo muy complicado porque asusta. Tiene un componente de abismo que puede llegar a aterrar.

Mientras no abracemos la soledad como verdadera realidad, podemos sentir que tenemos amigos y familia que nos aman y que nos respetan de verdad, tal y como somos, sin intentar cambiarnos o sin suponer que hagamos tal o cuál cosa según la situación X que se presente. Sin embargo, esto no es así. Todos tenemos expectativas hacia los demás y los demás tienen expectativas hacia nosotros. Sean para bien o para mal, son expectativas y esto nos coarta, nos mueve a actuar de unas maneras u otras que no son genuinamente nuestras.

El peso de lo social es muy difícil de evitar. Puedes irte a la montaña, perdido de la mano de Dios y no socializar con nadie. O puedes incluir en ti el acecho, que es el arte de aprovechar las interacciones sociales para dar fluidez al estado de ánimo y adquirir libertad y energía en lugar de esclavitud y falta de energía, como suele ocurrir con las interacciones sociales habituales. Para ello te recomiendo leer los libros de Carlos Castaneda para tener un vislumbre de lo que significa el arte de acechar y poder, con ello, comenzar a acechar el mundo y acecharte a ti mismo.

Ian