
Por vivir esta aventura, aunque ha sido muy jodida en ciertos aspectos, ha sido y sigue siendo una maravilla, a fin de cuentas. Puede ser un mundo depredador, pero aún así es un misterio insondable el que subyace a todo. ¿Qué somos nosotros los seres humanos? ¿Qué hacemos aquí en este mundo extraño? ¿Hacia dónde vamos y qué logros conseguiremos? ¿Lograremos sanarnos de nuestra creciente soledad y aflicción que está haciendo que haya cada vez más suicidios?
Iremos viendo cómo se resuelven estas preguntas si es que llegan a resolverse alguna vez. Mientras tanto creo que tendríamos que plantearnos muy en serio hacia donde vamos con toda la vorágine tecnológica y cómo podemos desarrollarnos de la manera más óptima posible. Nos está abrumando como especie y necesitamos claramente una contraparte espiritual auténtica que nos equilibre de tanto “a fuera”. Encomendarnos a Dios está bien, pero con el mazo dando que se dice. Puede ser una buena manera de enfocar la dirección de nuestra vida.

Ocurre que, como siempre, habrá seres humanos que se dejen llevar y, además, serán la mayoría, otros que se quedarán a medio camino y unos pocos que integrarán los nuevos valores y formas de moverse que, además, serán más bien valores antiguos y formas de moverse ancestrales. Estas formas nos ayudarán a superar las crisis que van a venir que van a ser muy seguidas y movidas y se podrán surfear como el que surfea una ola. Ya depende de cada uno cómo viva los cambios, pero los cambios van a venir sí o sí y están ya aquí, de echo.

Ian.