
Existen decisiones en la vida que son muy difíciles porque por un lado quieres llevarlas a cabo, pero por otro no. Son esas decisiones en las que pesa casi lo mismo el no que el sí y se dan circunstancias adversas y positivas en los dos lados casi por igual. ¿Qué hacer entonces? ¿Quedarse con lo conocido o lanzarse a lo nuevo desconocido? Mucha gente dice que hay que lanzarse porque la vida es una aventura y que luego te puedes arrepentir. Tiene parte de razón este razonamiento, valga la redundancia, pero también implica que se conoce la vida a un nivel que, sinceramente, creo que o muy poca gente puede llegar a conocerlo o nadie directamente.

Pueden ser excusas que pone mi mente o tu mente para no decidir a dar un paso en otra dirección, pero es que, si hay mucho que perder y luego se ven atisbos de que se puede también perder mucho haciendo el cambio, sería doble pérdida. Sé que hay mucha gente ahora que está en este tránsito y no es fácil llevarlo a cabo. Como comentamos un amigo y yo esta mañana, todo tiene un precio y decidir hacia un lado implica un pago y decidir hacia el otro implica otro…

No sé lo que terminaré decidiendo, pero tengo que hacerlo relativamente pronto. No sé lo que harás tú con tus cosas tampoco, pero, sea lo que sea, no te martirices una vez lo hayas decidido. Lánzate a la decisión y disfruta de ella. Celébrala y se consciente, si quieres, de que realmente no importa mucho lo que decidamos. Importa más cómo nos haga sentir. Y ni siquiera eso. Para mí, cada vez más, todo es igual de importante…
Ian.