Cuando hay un vacío en el alma

Cuando ya no se siente igual, cuando todo parece ser lo mismo. Cuando no hay para avanzar ni retroceder. Cuando nada es más que nada, como siempre fue. Cuando nada te atrapa y todo te enreda, a la vez. Cuando no hay por dónde cogerlo, como se suele decir y, a la vez, tienes un mechón de pelo al que te puedes agarrar, como pasa con el Dios Kairós. Cuando el mundo es una canción anodina que no tiene ni ton ni son. Cuando esperas, pero ya no quieres esperar más.

Es entonces que puede llegar una pequeña esperanza o una gran epopeya, quien sabe. Puedes tomarla o no, enamorarte o no, dejarte llevar o no. Lo que es preferible nadie te lo puede decir. Haz lo que quieras, al final siempre hacemos lo que queremos. Caminar por el sendero afilado o por camino ancho, cada uno elige a cada instante. Podemos ser más “libres” o se más “esclavos”. En ambos casos estamos jugando, jugando al juego más extraño de todos los juegos. Y podemos errar una y otra vez, volver y volver o salir del bucle, aunque sea por probar algo nuevo, por lanzarse a la piscina y quitarse el calor.

Total, ¿qué más da? Si lo miras profundo, hacemos muy poco de manera consciente y real. Nos movemos por millones de automatismos y la gente que de verdad sí hace algo interesante en su vida es muy poca, la verdad, y yo me incluyo. Sin embargo, yo me pregunto para qué sirve todo, para qué hacer tantas cosas, para qué perseguir tantos sueños… Es una locura, un frenesí, una tortura, el perseguir. En lugar de dirigir nuestra energía y atención a descubrir nuevos mundos, nuevas formas de relacionarnos, nuevas formas de ser pero no para ser más productivos, no, sino para ser la pulsión que somos. En lugar de eso dirigimos nuestra energía y atención a cosas que son siempre las mismas. Ojo, que se pueden dirigir la atención a las mismas cosas y ver nuevos mundos cada vez, nueva gente, nuevas formas de relación, etc.

Pero la gente en general se queda con los bucles aprendidos y si les cambias esos bucles no aguantan y, nuevamente, me incluyo. Nadie está libre de pecado, digamos. Pero no importa, aquí hemos venido a pecar y luego a intentar ser más puros. Tampoco me gusta mucho el concepto de pecado. Para mí es ceder la energía a sumideros de energía, es ensuciar la propia atención y el ser, aunque sea realmente imposible de ensuciar ni la atención ni el ser. Estamos bien como estamos, como somos. Creo que lograremos dentro de poco tiempo una emancipación como especie en colectivo que logrará que suban los niveles de conciencia en todo el planeta y que las cosas que vivamos y hagamos sean mucho más maravillosas de lo que ahora lo son…

Ian.

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