
Sin embargo, nos solemos decir que todo es muy difícil. Pero de pequeños no pensábamos en términos, generalmente, de fácil o difícil, sino de divertido o aburrido. Si nos divertía daba igual lo difícil que pudiese ser. Se me ocurre ahora cuando cargábamos un juego en el Spectrum y tardaba casi 2 horas en cargar y podía pararse a la mitad o los tres cuartos. A rebobinar la cinta con un boli y a esperar otras 2 horas a que cargase. Así se nos iban las tardes.

Ahora es impensable que un joven se tire toda la tarde para jugar al ping pong de dos rallitas y una pelotita. Sin embargo, aquello era fácil también. Se tardaba más, pero era fácil. Todo es cuestión de insistir y de tiempo, de constancia y de paciencia. Así que todo es más fácil de lo que parece. Ese trauma que tienes que piensas que nunca vas a poder sanarlo, también tiene cura y sanarás. Ponle tiempo y dedicación, constancia en la búsqueda y conseguirás sanar.

Este mismo principio se puede aplicar para conocer formas de conocimiento que te ayuden en la vida. Si freímos un huevo porque sabemos cómo hay que hacerlo, lo mismo aplica para todo. Y dirás, ¿Qué tiene que ver un huevo con el conocimiento? Pues mucho. Si conocieras la forma de hacer mucho dinero podrías aplicarla y entonces, inevitablemente, harías mucho dinero, ¿verdad? Pongo el ejemplo del dinero porque desde casi siempre el ser humano ha flipado con el dinero. Pero, ¿Qué me dirías si te dijera que existe un conocimiento mucho más importante que el saber hacer dinero? Uno de los verdaderos tesoros es el conocimiento de aquellas cosas que de verdad son importantes y valiosas. Aquellas cosas que en el lecho de muerte harán la diferencia entre morir tranquilo o no…
Ian.