
Y ¿Quién soy? Son grandes preguntas. Preguntas que nos hacemos lo queramos o no, de una u otra forma. Utilizamos mucho ruido para tapar las pocas nueces que nos dirían la respuesta a esas preguntas. Ruido en forma de relaciones esporádicas, vicios, redes sociales, móvil, etc. Utilizamos ese ruido porque nos da miedo la respuesta a la pregunta. Nos da mucho miedo, porque puede que la respuesta sea que no somos lo que creíamos ser, con lo que moriríamos a lo que éramos a nuestro parecer.

Preguntarse estas preguntas es muy peligroso. Hay que hacerlo con gentileza, con amor y con compasión. Indagar paso a paso y según se vaya pudiendo. Es normal flaquear y acercarse a algún vicio que nos evada de la búsqueda, pero cada vez hay que ser más estrictos a la hora de buscar las respuestas si queremos dar con ellas en vida. Hay que tener en cuenta que son clave en la resolución del juego de la vida y, por ello, están muy bien protegidas por fuerzas que nos distraerán rápidamente de dar con las respuestas.

Cada uno de nosotros somos un rompecabezas que lleva a una respuesta única a estas preguntas, pero, a la vez, es la misma respuesta para todos. Es una paradoja, como todo lo que es verdad. Los seres humanos que llegan a dar una respuesta a las preguntas básicas de la vida en teoría pasan el juego de la vida y entran en otra dimensión del mismo, desde la que imagino que serán una especie de protectores del juego o simplemente descansarán, no lo sé. Esta es toda mi especulación extraída de haber leído e investigado en muchos lugares diferentes para poder dar respuesta a estas preguntas ciertamente. Si quieres aventurarte aún más en ella, pincha aquí…

Ian.