
Una cosa es la importancia que nos damos y otra muy distinta es la importancia que tenemos. La primera puede ser gigante y suele ser gigante en todos nosotros, prácticamente. Estamos centrados en nosotros mismos de una manera muy grande y nos creemos el centro de atención de todos. La segunda es muy pequeña, tan pequeña que asusta y acercarse a esta situación o verdad es algo que rompe muchos esquemas.

Nos hemos creado una imagen de nosotros mismos tan magnífica y grandilocuente que nos hemos perdido en esa imagen y ya no podemos, en términos generales, ser nosotros mismos. Es verdad que hay gente que se da cuenta más o menos a tiempo de este echo problemático y castrador y ponen remedio lo antes posible y con gran determinación. Ocurre que te puede pasar como a mí, que crees que te has dado cuenta, pero en realidad no te has dado cuenta. Y te pasas unos años pensando que estás haciendo las cosas bien y las estás haciendo regular tirando a mal. Pero bueno, también te puede pasar como a mí y darte cuenta de esta situación y comenzar a rehacer tu vida como el que sale de una adicción.

Ocurre entonces que las inercias de la vida anterior vuelven una y otra vez y es muy complicado zafarse de estas inercias y tender a la impecabilidad necesaria para poder liberarse de la esclavitud de pensar que eres importantísimo. Alguien podría preguntarse, ¿Por qué es necesario dejar de creerse importantísimo? Y esta pregunta es una gran pregunta que lleva, a mi parecer, a la respuesta de; no es necesario para nada en absoluto. Simplemente te puede ser útil para cambiar el enfoque desde el cual vives la vida y poder vivir, de esta manera, más “dueño” de ti mismo.

Pero realmente, al final, te van a pasar las mismas cosas con un enfoque u otro. No cambiaría la vida para nada aparentemente. Sólo cambiaría el enfoque y creo que esto es lo único que realmente podemos cambiar, el enfoque. De chicos hacen que nos enfoquemos en lo que piensan los demás, en que actuemos de acuerdo a lo que está establecido y que seamos “buenos”, que quiere decir que hagamos lo que se nos dice. Cambiar el enfoque no cambia lo que aprendimos en esa época, pero sí cambia lo que sentimos al respecto, por ejemplo. Y esto puede llegar a ser muy liberador y relajarnos mucho en la vida. Que se pasen los ataques de pánico y se vean las situaciones de la vida de una manera mucho más liviana.

Ian.