Dolor

Estos días tengo dolores, desde la caída. El dolor está ahí, viene y va según me mueva. Y es un poco como pasa en la vida. Según nos movamos activamos dolores o no. Si comemos mucho nos puede doler la barriga o podemos vomitar incluso porque nos caiga mal. Con todos los excesos pasa lo mismo. Es una manera de moverse en la vida, mediante excesos y que te paren los dolores. No es la mejor, está claro. Diría que es la menos virtuosa de todas llevada a un extremo. Luego está el camino de en medio. Intentar transitar este sendero es muy difícil, pero trae muchas recompensas. Por ejemplo, una salud balanceada, un estado de ánimo ecuánime, etc. etc.

El tener dolores te lleva a estar en el estado de en medio todo lo que puedas, porque así los evitas mucho más. Hay que calibrar el movimiento y las posturas todo el rato para evitar tirones o dolores. De hecho, estar escribiendo en el teclado me resulta un poco doloroso, pero me vale más el placer de escribir que el dolor de escribir. Tampoco me duele mucho, pero sí un poco. Así que estoy aquí escribiendo y sufriendo jejeje. No pasa nada, que todo fuera eso. La verdad es que el dolor no es agradable, pero te hace estar más presente, te aviva digamos. El ingenio se aclara y se presta más atención a cosas que antes pasaban desapercibidas totalmente.

Otro tema es cuando el dolor es del alma. Ahí es un poco diferente la cosa. También con la atención dirigida se puede calmar un poco el dolor, atendiendo a cosas más triviales, distrayéndose con algo. Aunque lo suyo es afrontar el dolor, comprenderlo y superarlo cuánto antes mejor, para que no se convierta en una depresión o algo peor. Pero bueno, a mí no me hagas caso que no soy experto en dolores del alma. He tenido varios, eso sí, pero no soy un experto sanador ni mucho menos. Quién sabe si lo seré algún día, pero por ahora no es mi cometido aquí.

Ian.

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