Extrañeza

A veces siento extrañeza, como que la vida es rara, diferente, no tiene por dónde cogerla. Los días pasan grises y sé que de alguna manera es responsabilidad mía. Pero también eso de la responsabilidad de uno llega hasta unos puntos. Todo no puede ser responsabilidad de uno porque llegamos aquí y está el mundo entero montado. Eso no es responsabilidad de uno. No somos responsables de las guerras que hay, ni del hambre, ni de la riqueza, ni de nada cuando llegamos aquí. Entonces la responsabilidad es relativa a ciertas cosas y, aún así, viéndolo desde el punto de vista de la filosofía Advaita realmente nada es responsabilidad nuestra y, a la vez, todo lo es, se podría decir.

Total, que los días extraños son así por algo, también tienen que tener su manera de ser correspondiente. También se aprende algo de ellos. Se aprende a resignarse, por ejemplo y a aceptar lo diferente y lo “raro” como parte de lo normal y común. Las personas, como los eventos y las cosas, realmente, no son ni normales ni extrañas ni ningún adjetivo. Son, como todo, maravillas de este sueño tan extraño en el que estamos viviendo. No sabemos a donde nos lleva, pero nos lleva a algún lado. Y sirve para jugar, para divertirnos a modo de dioses. Eso pienso, que es una distracción que tiene de todo para que no nos aburramos y para que nos aburramos también.

Todo, al final, tiene sentido. El sentido del sinsentido o del sentido más raro del universo que es aquel que no se puede ver ni tocar ni comprender. Es como el Nahual de los chamanes toltecas. No se puede percibir, pero actúa en el mundo y modifica los eventos y nos afecta de múltiples maneras que no podemos identificar. Desde el canto de los pájaros al agua que bebemos todos los días. Todo nos está influenciando, todo.

Ian

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