
Ver al frutero y comprarle algo de verduras o fruta es algo de lo más cotidiano, por ejemplo, pero, si fuésemos capaces de ver todo por lo que ha pasado y está pasando el frutero y también quien le compra, veríamos como dos universos en colisión. Dos universos de múltiples experiencias, de sentimientos de todo tipo y pensamientos enhebrados en el telar de la mente y que hacen que el frutero actúe como actúa y que el comprador actúe, a su vez, de la manera en que actúa.

Caminar por el paseo habitual hasta el bar o la panadería sería una verdadera epopeya si fuésemos capaces de ver todas las personas que han pasado por ahí los últimos 100.000 años. Nos desbordaría tanta información y (se supone) esos caminos de alguna u otra manera han registrado el paso de esas personas y sus cosas. Cuántos amores se han gestado por esos lares. Cuántas peleas ha habido. Cuantas personas paseando plácidamente o llevando a su perro. Nunca lo sabremos o sí, quién sabe lo que nos depara el mundo y la conciencia.

Al final las situaciones cotidianas envuelven muchísima información y hay seres que son más capaces de leerla que otros. Estos tienen ventaja sobre los últimos, porque pueden ver un registro más amplio de lo que pasa y son capaces de extraer más información que el resto de la gente. Por ejemplo, un espía está entrenado para poder ver muchísimo más de lo que aparenta pasar en una escena cotidiana. Es capaz de leer mucha más información y, por lo tanto, tiene ventaja sobre los demás en cuanto a capacidad de reacción ante algún peligro o si quiere adelantarse a alguna situación y tomar ventaja, etc.
Ian