
Somos seres de fe. Desde el que tiene una fe absoluta en que no cree en nada hasta el que tiene una fe absoluta en que cree en todo. La verdad es que siempre estamos usando la fe, pero la fe positiva es otra cuestión. De manera más común se usa la fe negativa. Es decir, pensar en cosas negativas y atraerlas inclusive porque estamos sintonizados con eso. Como ejemplo pondré aquel que piensa que es torpe. Al pensar eso se vuelve torpe porque le está diciendo a su ser que eso es lo que es. Parece una tontería, pero si esta persona se dice que es ágil y que su agilidad es muy grande, por ejemplo, poco a poco se volverá ágil y dejará de ser torpe.

Los atletas de alto nivel visualizan miles de veces el objetivo cumplido antes de lanzarse a por él y lo hacen de mil maneras. El que visualiza mejor también tiene más posibilidades de conseguir el éxito. Luego existen otras circunstancias, como el físico, la situación sentimental que se tenga, etc. Pero podemos usar nuestro caudal de fe, que es muy grande, para nuestro bien y el de los demás. Podemos usar la misma fe para aumentar nuestra fe. Poner la fe en la fe para que esta mejore. “Yo tengo fe absoluta en que mi fe es inquebrantable y buena”. Con una fe positiva bien cuidada todas las eventualidades de la vida pueden ser sorteadas con buen ánimo y resolviendo a positivo las situaciones.

Contamos con un arsenal de posibilidades y bondades a nuestro alcance, sólo hay que tener fe en ello y ponerse las pilas, como se suele decir. Además, cada cual tiene su ritmo y su nivel de vivencia sobre las cosas. No se puede acelerar ni frenar ninguna forma de evolución ni de involución. Cada una va a su ritmo y es lo que hay, es como funciona esto al parecer y desde mi óptica actual. Podemos querer cambiar como locos y no conseguirlo y, cuando está para nosotros, con nada que hagamos conseguimos cosas gloriosas. Pero es eso, cada uno tiene su tiempo. Es como una obra de teatro, cada actor entra en el momento que le toca para que así exista orden y concierto…

Ian