Sin embargo, hoy ha ocurrido algo que no todos los días pasa. He impreso mi primera carta astral maquetada por mí, que no hecha por mí. Ha sido un ejercicio muy bonito y que me ha dado una idea de negocio que tal vez lleve a cabo. Mientras tanto estoy contento con el trabajo realizado y espero que le guste a la persona a la que se la voy a regalar. Es bueno hacer cosas de este tipo, es muy estimulante y nos recuerda verdaderamente para qué estamos aquí. Yo creo que es para vivir experiencias y compartirlas y, a raíz de ahí, refinar el tipo de experiencias que vivimos para sublimar nuestra propia conciencia al experimentar esas experiencias, valga la redundancia.

O quizá sea la propia consciencia que nos va llevando de la mano, poco a poco, hacia la sublimación de todos los estados y lograr así conocer lo que somos. Realmente lo que somos ya está aquí y ahora, no hay que ir a ningún sitio ni a ningún tiempo para estar con lo que somos. Ahora, conocer lo que somos es diferente aparentemente. Un niño no necesita conocer lo que es para ser. Es algo que tal vez busquemos toda la vida y no sirva para nada esa búsqueda. Quizá no haya nada que buscar, ¿para qué? Quizá sintiendo que ya hemos encontrado todo lo necesario desde antes de nacer podríamos liberarnos de las ataduras del buscar, quién sabe.

La cuestión es que, si se mira un poco, tampoco hay que hacer demasiado esfuerzo, se ve que prácticamente todo el mundo (por no poner todo el mundo) se mueve por hambre hacia algo. Existe una avidez por cosas que nos mueve desde que nacemos. Los niños quieren jugar, porque jugando conocen el mundo a su manera y necesitan conocer el mundo para cuando sean adultos. Los adultos buscamos reconocimiento, fama, éxito, relaciones amorosas exitosas y huimos del ostracismo, del estar fuera del rebaño, de la soltería y de la soledad. De muchas cosas huimos y muchas cosas amamos o tenemos hambre por ellas. Sin embargo, ¿qué pasaría si muchas de las cosas de las que huimos fuesen realmente la solución a muchos de los problemas que tenemos recurrentes y de los que no sabemos salir? Ahí lo dejo.

Como conclusión diría que todos los días son especiales porque todos los días ocurren milagros, cosas alucinantes y preciosas. Que las veamos o no es otra cosa. Al final estamos aquí, no podemos irnos a no ser que muramos o nos suicidemos. Así que vamos a vivir todo lo mejor que podamos y, para eso, hay que saber ver esas cosas maravillosas que ocurren todos los días y dar gracias por ellas. Esto puede formar parte de una estrategia de liberación espiritual si no hay apego a ello y se toma como acicate e inspiración.

Ian