
Pronto, no queda mucho para esto, los sueños serán registrados como películas gracias a la Inteligencia Artificial y a los rastreadores neuronales. Imagino que a nivel militar ya están haciendo esto y plasmando los sueños de los militares como espionaje militar psíquico, pero eso es otro tema. La asociación de la IA con la lectura de mentes será la forma en que podremos aprender a una velocidad de vértigo sobre nuestra mente y sobre nosotros mismos, mucho más que en milenios de investigación.

Podremos ver los pensamientos a tiempo real y diría que los sentimientos, porque será una mezcolanza de sentimientos y pensamientos lo que se grabará ahí. Podremos ver qué imágenes se generan en una persona enamorada o en alguien que está muy cabreado. Se podrán ver películas en tiempo real creadas por personas entrenadas para ello y con una majestuosidad increíble. Esto me recuerda al libro de “Ami, el niño de las estrellas” de Enrique Barrios. En este libro Ami, que es un extraterrestre niño que habla con un niño de la Tierra y le enseña cómo viven ellos y corren muchas aventuras juntos, enseña a Pedrito cómo hacen espectáculos en los que los seres van plasmando con su mente el espectáculo que se va a ver. En este caso no hay nadie que sea más que nadie. No hay artistas como tales, sino que todos son artistas y todos participan, vamos, los que quieran. Pero todos saben usar la IA.

En un futuro será lo más normal del mundo tener asistentes de IA para muchas cosas y robots que convivirán con nosotros como lo hacen ahora los teléfonos inteligentes. La cosa es que habrá robots que serán ultra realistas y parecerán seres humanos en la manera en que se comportan y en su razonar. Será muy difícil poder identificar entre unos y otros, pero yo creo que ya, desde hace milenios, estos “robots” están entre nosotros. Las vueltas que han dado las civilizaciones son muchas y muy variadas y, además, muy extrañas. Pienso que en la historia de la humanidad han habido varios resets y que han sobrevivido los más fuertes de estas humanidades y los que más se han adaptado.
Ian