Quiero agradecer a cada ser que ha pasado por mi vida, porque he experimentado gracias a ellos miles de sensaciones y emociones que me han llevado a ser hoy como soy. No soy ni mejor ni peor que nadie, pero sí comienzo a amarme por lo que soy y no por lo que fui o debiera ser. Construir a partir de lo que se es, en lugar de destruirte criticándote y maldiciéndote una y otra vez. Cuando somos así, criticones de nosotros mismos, como remedio es bueno pensar qué pasaría si le dijésemos eso a otras personas, cómo reaccionarían y, primero de todo, si seríamos capaces de hacer tal cosa.

Si no somos capaces de hacer tal cosa con otras personas, cómo es posible que con nosotros sí seamos capaces. La primera persona a la que debemos amar por propia seguridad y por propia salud es a nosotros mismos. A partir de ahí ya podemos proyectar amor fidedigno hacia otras personas. Esto es bastante complicado, porque tenemos una tendencia que es prestada por un parásito que lleva con nosotros desde el comienzo de la humanidad y casi seguro que está de antes, a criticarnos y a odiarnos. Realmente no somos nosotros los que estamos pensando esas cosas tan feas de nosotros mismos, pero llega un punto en que sí somos nosotros quienes las piensan.

Total, que tengo gratitud por saber que estoy siendo depredado y que me puedo proteger y que una de las cosas que tengo que hacer para ello es no insultarme y despreciarme de la manera en que he estado haciéndolo durante mucho tiempo. Ahorrar energía y ser lo mejor posible como ser humano para repeler a estos seres que son tan bajunos energéticamente hablando.
Ian