Horizonte

Escuchar mientras se lee…

¿Qué nos depara el horizonte? Ese que nunca vamos a poder tocar, pero que nos invita a seguir caminando. ¿Dónde llegaremos en esta vida? ¿Hay que llegar a algún lugar, tal vez? Quizá lleguemos al lugar que nos pongamos como meta o quizá no exista ninguna meta real a la que llegar. Teniendo en cuenta la maravilla extrañísima en la que vivimos, explorar las posibilidades que podamos explorar en esta vida es lo mínimo que podemos hacer por la vida misma. Atrevernos, aventurarnos, en las avenidas de posibilidades que se nos presentan y desarrollar el máximo de nuestras sensibilidades y capacidades limpiándonos de tanto ruido y obstáculo en forma de parásitos y seres que nos drenan la energía.

Caminar por esta zona de no recuerdo, de no ser quien eres, de no recordarte bien, sólo a veces, muy pocas veces. Una suerte de purgatorio y escuela-manicomio en la que todos estamos más o menos locos, más o menos enajenados y tirados de los pelos. Se dan miles de contiendas, dentro y fuera de cada uno. Y sin embargo es algo maravilloso, o maravillosamente cruel. Existen momentos en los que se percibe que tiene que haber alguna especie de paraíso en algún lugar, sin embargo, parece que los seres prefieren esta forma de vida por los contrastes que ofrece. Aquí hay que caminar por el filo de la navaja o de lo contrario es muy fácil caer en abismos que te atrapan y que no son nada recomendables. Y, a la vez, caminar por el filo de la navaja es algo muy cansado y diría que “soso”. Pero es el reto más grande que se puede llevar a cabo y vivenciar en este mundo. El sendero “angosto”, digamos. Ese camino que casi nadie toma, pero que es el camino de elegir que todos los caminos que elijas sean con corazón. Lo suyo es que, además, los elijas porque es tu predilección.

Y yo creo que, en el fondo, es la predilección de todos los seres seguir los caminos con corazón. Ocurre que ellos mismos se pierden (nos perdemos) en los caminos sin corazón que son adictivos y drenan la energía. Así es muy difícil ir en post del horizonte, del seguir adelante. Así uno se queda anclado y tienen que ser circunstancias muy potentes las que hagan que el ser se espabile y se mueva en otra dirección. También se puede dar por una elección propia y voluntaria, pero es en el menor de los casos que esto ocurre así. Por desgracia parece que los seres humanos aprendemos a base de hostias.

Ian

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