
No pasa nada. Nada sucede. Estás donde tienes que estar. Todo está como debe estar. Sé que en determinadas circunstancias esto puede sonar cruel, despiadado e inhumano tal vez. Sin embargo, por más vueltas que le doy, no llego a una conclusión diferente. También en la práctica, no sólo en la teoría, experimento este paroxismo extraño que deviene de no asociarme con nada concreto. Si te asocias con algo, eso te mueve hacia un lugar, hacia el lugar donde se mueve eso con lo que te has asociado. Pero si te desvinculas de casi todo por que decir de todo es imposible (es lo que pienso a día de hoy), entonces no hay nada que te mueva. Digamos que puedes moverte a cualquier sitio tú, por propia iniciativa, pero hay tantos sitios a los que moverse que al final no eliges ninguno.
A la vez elijas el camino que elijas éste no llevará a ninguna parte, todos los caminos son infinitos y sin objetivo final, sin meta, digamos. Parafraseando a don Juan de Castaneda; sólo existen dos tipos de caminos; caminos con corazón y caminos sin corazón. Elegir un camino con corazón hace que el camino sea uno contigo y te revitaliza y te llena de energía. Elegir un camino sin corazón hace que el camino sea diferente a ti, te agota y te drena la energía vital. En realidad, da igual qué caminos se tomen en la vida, al final no sirve de nada tomar unos u otros, pero sí que es verdad que se suele tener predilección por un tipo u otro de camino.
Hay gente que le gusta caminar por caminos con corazón y otras personas que son más de caminos sin corazón. Sin embargo, eso es, creo yo, porque se eligen más veces caminos sin corazón que con corazón y eso hace que el drenaje de energía genere una forma de elegir deficitaria y por lo tanto perjudicial para el elector y tendente a los caminos sin corazón. Yo creo que se pueden elegir los caminos con corazón con más asiduidad y facilidad una vez se han probado ya varios caminos sin corazón y se ha contrastado su ineficacia y perjuicio. Ocurre que los caminos sin corazón tienen cierto cariz que les hace adictivos, sino nadie los elegiría nunca.

Esta es, para mí, una de las mecánicas básicas del juego de la vida que hace que un ser humano se destroce o se empodere, dependiendo de los derroteros que decida elegir a cada paso del camino. Luego, está la mecánica del amor y del deseo, que mueve las elecciones y las bifurcaciones que cada uno toma a cada momento en el camino eligiendo muchas veces caminos sin corazón por ser simpático o simpática con el ser humano de turno que nos guste. O hacer tal o cual gilipollez sólo porque estamos en un grupo de “amigos” y ellos están haciendo eso.
Al final todos esos caminos elegidos nos hicieron no tomar otros derroteros que ya no sabemos a dónde nos habrían llevado. Una cosa está clara para mí, existen formas de vivir este sueño mucho más ricas y profundas (años luz más ricas y profundas) pero también es verdad que esas formas son hoyadas por muchos menos seres humanos de media y que, además, esos seres humanos son aquellos cuya inteligencia era superior a la media de verdad, porque pudieron ver las vías muertas o muy poco transitadas, ver el valor que estas vías tenían a la hora de ser transitadas y eligieron sabiamente esas vías, puesto que muchas serían vías que podrían llevarles a la mismísima muerte.
Hay que tener en cuenta, de todas maneras, que hay seres humanos que están muy por delante de la gigante mayoría dentro de los caminos recorridos y que estos seres humanos saben detectar a los que están transitando caminos únicos y poco transitados porque ellos mismos hoyan estos senderos. Por eso en el juego todos estamos donde debemos estar. El sueño es soñado por el mismo soñador desde múltiples puntos de vista y cada punto de vista es un apoyo de los demás puntos de vista. Son como nódulos en una red infinita y el tiempo se crea porque pones la atención en un nódulo y luego en otro, pero en realidad están ahí, en tiempo presente, siempre.
Ian