Desde aquí te abrazo. Te colmo de amor infinito y quiero que te perdones todo en la vida. Si hoy fuese nuestro último día y lo supiésemos terminaríamos por perdonarnos, ¿verdad? Pues no esperemos a ese día, hagámoslo hoy. Reseteémonos porque no sabemos de cierto si hoy es nuestro último día o no. Esperemos que no, pero nunca se sabe. Agradezcamos todo lo bueno que ha tenido nuestra vida, toda la gente que hemos conocido, las circunstancias que hemos vivido. Mejor o peor (quien puede juzgar eso) nuestra vida es nuestra vida. No hay otra. Lo hemos hecho lo mejor que hemos podido.

Vivimos muchas cosas, momentos muy intensos y momentos muy aburridos. Frío, calor, amor, dolor. Tantas situaciones, tantas vivencias. La vida es muy extraña y a la vez extrañamente familiar. Nos mantenemos toda la vida en un área humanamente prediseñada y pocas veces se sale de ahí. Vivimos la vida bajo un prisma tan limitado, tan cortito de miras. Y, aún así, es brutal la experiencia que se tiene de la vida, como un abismo inabarcable.
Ojalá lo que nos quede de vida vivamos conforme a nuestros designios benignos y experimentemos una vida magnífica y llena de matices y belleza. Podemos lograrlo si nos centramos en esos designios y les damos el peso que merecen en nuestra experiencia de vida. Usar la ley de atracción correctamente, vamos.
Ian