Peter Pan tenía que coserse su sombra porque sino se le escapaba. No quería que la sombra se fuese de él, no quería olvidar a su sombra. Es algo muy enigmático lo que nos dice esta parte del cuento del niño que no quería hacerse adulto. Esto ocurre mucho hoy en día. Y es que no hay ritos de paso para la etapa adulta. Pasamos sin más. Algunas personas, por las experiencias que tienen en su vida pasan por así decirlo por esos ritos y se convierten en adultos funcionales y sanos. Pero la mayoría estamos anclados a la niñez de una manera u otra, con más o menos intensidad.

Pero el tema aquí es la sombra. Esa sombra que queremos todos tapar a toda costa o, mejor dicho que todos, la gran mayoría. Y es esa sombra todas aquellas cosas que no nos gustan de nosotros y de las que nos sentimos avergonzados. Considero que hay muy poca gente impecable en el mundo, así que la mayoría no tiene integrada su sombra como se supone que debe ser para estar saludable mental y físicamente. He puesto se supone porque yo tengo que integrar mi sombra en muchos aspectos. En otros la he integrado, pero el trabajo es monumental.
La sombra es inevitable de todas maneras. Así que bueno, no pasa nada por tenerla porque es inevitable. Lo que sí pasa es cuando no se asimila, se acepta y se conoce. Como con todo, se debe tomar conciencia de ella y poner cartas en el asunto para que seamos nosotros los que la dirijamos, en lugar de ella a nosotros. Hay tantas fuerzas pulsando para que le demos rienda suelta a la sombra que la tarea es bastante complicada. Por eso hay que ponerse manos a la obra, ser disciplinados y mantenerla a raya, pero sin jodernos a nosotros mismos en el camino. Es un equilibrio bastante complejo y cada quién lo lleva lo mejor que puede o eso creemos.
Total, espero que sirva de algo a alguien este pequeño escrito sobre la sombra y, sobre todo, no me hagas caso en ningún sentido porque no sé cómo de perdidos están los demás, pero yo estoy muy perdido y cada día voy encontrándome un poquito más, pero aún me queda tanto que ni siquiera puedo estimar cuánto es. Seguramente en una vida no me dé ni para un suspiro, pero por lo menos que en ese suspiro haya sabido caminar con mi sombra y coserla correctamente por si acaso.
Ian