¿Hacia donde vamos?

Realmente es muy difícil, como siempre, predecir qué rumbo va a tomar la humanidad. Como oí una vez decir al astrólogo Robert Martínez, en las películas de ciencia ficción se habló de muchos avances, pero en ninguna hablaron de los móviles y la repercusión tan grande que tendrían en el futuro próximo de la humanidad. De la Inteligencia Artificial sí se ha hablado y bastante, pero ahora que estamos viviendo su boom no podemos predecir con certeza qué pasará aunque hay algunos escenarios posibles. Sin embargo, si tenemos en cuenta la idea que quería transmitir Robert con la previsión del futuro y los móviles (y esta es que la línea de tiempo de menos transito en la atención humana es la que se suele hacer real en el futuro), la IA seguramente no nos ofrezca un escenario apocalíptico sino, tal vez, todo lo contrario.

Es verdad que muchos puestos de trabajo van a quedar obsoletos con la IA y que esto va a generar muchas crisis existenciales y de transformación en muchos seres humanos. Pero también se va a multiplicar el número de opciones laborales «blandas» que harán mucho más llevadero el trabajo, seguramente con menos horas de trabajo y mejor remuneradas. Nos enfrentamos como sociedad y como especie a un desafío colosal en cuanto a la manera en que vemos el mundo y a nosotros mismos. En cuanto a la manera en que tratamos nuestro tiempo y cómo lo empleamos. Y en cuanto a la creatividad que vamos a tener que expresar si queremos entrar con buen pie en el nuevo mundo que se avecina.

Se vienen grandes olas de cambio para todos y a unos les va a afectar mucho más que a otros. Y no me refiero a afectación negativa sino positiva. Muchas personas se van a ver catapultadas al éxito y la riqueza debido al desempeño que desarrollen en el campo de la comprensión y uso de las diferentes IIAA. También muchas otras se van a ver en la ruina y la pobreza. Es una cuestión escabrosa esta. No sabemos si habrá más de las primeras o de las segundas, pero viendo el panorama general de los seres humanos y sus formas de actuar ante la vida, me temo mucho que van a ser de las segundas las que «ganen» en número.

En el campo de la espiritualidad hay un número creciente de seres humanos que se están inclinando hacia esta condición, investigando, probando, buscando fuera y dentro. Seres que pueden llegar a marcar una gran diferencia en el mundo que está por venir ya que sin ellos podría volverse algo muy frío y calculador y no quiero ni pensar en un futuro distópico de esa clase. La oferta monumental de distracciones de todo tipo me dice que el ser humano ya no se conforma con distracciones banales y que el hastío que representan tales distracciones está llevando de manera implacable a un número cada vez mayor de seres a la búsqueda espiritual, hacia las grandes preguntas.

Esto nos va a llevar, casi sin lugar a dudas, a una nueva forma de humanidad que espero sea mucho más equilibrada y meritocrática. En la que los desbalances actuales se vean compensados y veamos una especie de justicia global basada en los valores más ancestrales y poderosos del ser humano, aquellos que nunca pasan de moda por mucho que quieran taparlos, ningunearlos o menospreciarlos. Una sociedad más estoica y valerosa que haya aprendido de la locura aparentemente sin fin de esta época en la que vivimos.

Ian

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