¿Has pensado alguna vez cuántos amigos de verdad tienes? ¿De esos que se preocupan por ti genuinamente y te escuchan, te valoran y respetan tu vida y tus elecciones? También te dicen lo que piensan abiertamente, pero sin herir. Amigos de verdad diría que hay muy pocos, por no decir que ninguno en realidad. Más bien, desde mi punto de vista, tenemos gente que nos acompaña en el camino un tiempo y luego se van. Sí que pueden existir amigos que estén toda la vida a nuestro lado, pero estos casos son muy raros.

De todas maneras, a fin de cuentas, estamos solos. Nacemos solos, vivimos solos y morimos solos. Cuanto antes se acepte esta realidad mucho mejor. Pienso que somos fractales de un mismo ser que, en última estancia, está solo y creó todo esto para tener la ilusión de que no está solo, entre otras cosas. Es un pensamiento que comparten varias corrientes de pensamiento y religiones. El punto es que no todos los seres humanos se atreven a afrontar la soledad, entre los que me incluyo. Es algo muy complicado porque asusta. Tiene un componente de abismo que puede llegar a aterrar.
Mientras no abracemos la soledad como verdadera realidad, podemos sentir que tenemos amigos y familia que nos aman y que nos respetan de verdad, tal y como somos, sin intentar cambiarnos o sin suponer que hagamos tal o cuál cosa según la situación X que se presente. Sin embargo, esto no es así. Todos tenemos expectativas hacia los demás y los demás tienen expectativas hacia nosotros. Sean para bien o para mal, son expectativas y esto nos coarta, nos mueve a actuar de unas maneras u otras que no son genuinamente nuestras.
El peso de lo social es muy difícil de evitar. Puedes irte a la montaña, perdido de la mano de Dios y no socializar con nadie. O puedes incluir en ti el acecho, que es el arte de aprovechar las interacciones sociales para dar fluidez al estado de ánimo y adquirir libertad y energía en lugar de esclavitud y falta de energía, como suele ocurrir con las interacciones sociales habituales. Para ello te recomiendo leer los libros de Carlos Castaneda para tener un vislumbre de lo que significa el arte de acechar y poder, con ello, comenzar a acechar el mundo y acecharte a ti mismo.
Ian