Se nos olvida dar las gracias por tantas cosas cotidianas que tenemos. Pero no sólo dar las gracias por darlas como un autómata. Darlas de verdad, con todo el ser. Ser agradecido por tener todas las partes del cuerpo, por ejemplo. O por poder ver, oler, sentir. Por tantas y tantas cosas que habitualmente nos pasan de largo. Entiendo que estamos prediseñados para fijarnos en lo malo de manera instintiva, pero podemos ejercer nuestra voluntad para apreciar y agradecer tantas cosas buenas que tenemos.
Es más, cuanto más agradecido se es más razones se ven para ser agradecido. Pasa igual al contrario; cuanto más se mira lo negativo más negativo se ve todo. Entonces es una cuestión de elección constante. Para podernos enfocar en el agradecimiento debemos ejercer una disciplina en cierta medida porque la sociedad nos ha educado para ver sólo lo negativo, estar hundidos y deprimidos. Así somos más maleables, perdemos nuestro poder personal o, más que perderlo, lo cedemos.

Se podría decir que ser agradecido, optimista, positivo, etc. es un arte y lo contrario es un vicio. Como podemos ver en casi todo, la tendencia es a llevarnos a los vicios por que implican poco gasto de energía y gratificación instantánea, pero si la energía se invierte sabiamente lo que hacemos en realidad es ganar más energía. Es un juego que puede parecer macabro y en cierta medida lo es, pero es lo que nos ha tocado. Optimizarse o morir, se podría decir.
En fin, agradezco todo lo que me ha pasado y me pasa y también lo que me pasará, porque a fin de cuentas todo es una ilusión que depende de nuestro enfoque mental para ser de una manera o de otra. Nunca se sabe por qué las cosas son como son, así que mejor agradecerlas y ser optimista por que así uno es más feliz realmente.
Ian