Don Juan Matus fue un indio Yaki de Sonora que «entrenó» a Carlos Castaneda en el mundo de los brujos Toltecas o los chamanes Toltecas, como se le quiera decir. Los principios en los que don Juan ilustró a Carlos Castaneda son varios y de muy hondo calado en la espiritualidad humana.

La regla de oro es la impecabilidad del guerrero. El guerrero debe ser impecable en su vida y cuidar todos los aspectos de ésta con mucha atención y disciplina, pero no una disciplina al uso; la disciplina del guerrero brujo. La disciplina del brujo-cazador que no tiene rutinas para así poder atrapar a sus presas que sí tienen rutinas. Esa impecabilidad es, en realidad, la manera o el subterfugio de ahorrar energía. El guerrero debe ser ávaro con su energía, pues el mundo es depredador y hay depredadores del ser humano que le roban su energía y lo hacen vago y sin fuerzas.

Otras disciplinas que don Juan enseñó a Carlos Castaneda fueron el acecho y el ensueño. El acecho es el arte de interactuar con los semejantes de manera óptima, de forma que éstos no nos drenen la energía. El ensueño es la manera de obtener energía y conocimiento de las horas de sueño. Existe una inclinación natural a ser ensoñadores o acechadores, pero los brujos tenían que conocer y refinar ambas artes.

Los guerreros deben aprender a ser fluidos e impredecibles. Tienen que saber ganar su centímetro cúbico de suerte cada día y aumentar sus logros como acechadores y ensoñadores día a día, paso a paso. La forma física es muy importante para un guerrero. Debe tener un cuerpo como el de un atleta profesional.

En resumen, la vida de un guerrero es muy dura, pero también muy intensa en matices y experiencias. El misterio de la vida se hace más llevadero adoptando esta forma de vida según lo describen los aprendices de don Juan. Sin duda un desafío digno de llevarse a cabo…
Ian