Esa que es muy escasa en este mundo en el que vivimos, en el que todo va muy rápido, no se puede parar a discernir. A saber si estamos siendo coherentes con nosotros mismos. A pensar correctamente en lugar de dejarnos llevar por miles de ideas y pensamientos que nos invaden, que nos colonizan. Todo es una vorágine cada vez más loca y frenética que nos está llevando a un colapso seguro. Espero que no, que nos lleve a un despertar masivo a lo puro, a lo natural, a lo esencial.
Cansa mucho tanto pensar en cosas inútiles, en vacuidades. Quema mucho el alma y diría que el espíritu mantener la mente ocupada con banalidades sin sentido que nos inundan la mente y no nos permiten ver con claridad y poder ejercer nuestro poder soberano. Una vez que comienzas a limpiar la mente porque retiras tu atención de ese flujo de locuras que te rodean ya no quieres parar. Te vas convirtiendo poco a poco en un ermitaño del pensamiento. Cada vez piensas menos y lo que piensas es más coherente, más centrado, más acertado.
Es entonces que comienzas a vislumbrar la paz mental, esa que nace de un conocimiento cada vez mayor de uno mismo y de un mirar cada vez menos lo que pasa afuera.
Ian